Me digo continuo frases contradictorias: “nunca he dejado México”, “siempre me he sentido extranjera donde quiera esté”, “no puedo estar sin México”, “nunca extraño México”, “como México no hay dos –por fortuna o por desgracia-”, “ya no aguanto vivir fuera de México”… Las frases se suceden, enemigas y cómplices, definitivas, parciales y, sobre todo, imprecisas.
Tres cosas son muy claras: he vivido largas temporadas en el extranjero, es muy posible que necesite la distancia y, con el paso de los años, cada vez deseo más la cercanía con México.
No extraño el México de los mariachis, porque con ése nunca jugué -para gritos preferí los de Janis Joplin-, sino el México al que pertenezco, el de mis amigos, el de lo que fue mi trabajo y mi fiesta, la vida en los teatro bar El Cuervo y (cuando lo fue) El Hijo del Cuervo, en los ochentas y parte de los noventas.
Seguido oigo retazos de algunas canciones que no se consiguen, las de Alicia Urreta con letras de Alejandro Aura (de Salón Calavera, Las Visitas y otras), o El pirata sin rabia de Guillermo Briseño y Hebe Rossell.
La lista musical que sí escucho cuando ataca la melancolía por México es, casi en su totalidad, interpretada, cantada o compuesta por amigos. Cada una de las rolas es mi casa… una casa rompecabecosa: aunque nada cura más la melancolía que el oído, cada una de las piezas musicales está cargada con su pólvora: me rompe en lugar de repararme, y porque me rompe la vuelvo a oír para repararme y como al repararme me rompe, la vuelvo a oír…
Esta es una parte de mi playlist para vivir en el extranjero:
Jaime López – “Tres metros bajo tierra”, en su propia interpretación.
Difícil elegir una de sus rolas, cualquiera de éstas en su voz algo menos ronca de los ochentas, o acompañado por Cecilia Toussaint, o la Chilanga Banda con Café Tacuba… Gran poeta y músico de mi generación.
Eugenia León – “El fandango aquí”, de Marcial Alejandro.
Hay en ésa una alegría que perdimos para siempre con el terremoto del 85.
Liliana Felipe – “Mala”.
Pude haber elegido otra de Liliana, como su versión de Los Amorosos de Sabines.
Chabuca Granda – “Una larga noche” (o casi cualquiera de Tarimba Negra, su CD negrillo).
Chabuca fue la primer persona que fue solidaria con mi decisión de ser poeta, cuando tenía yo 16 años; nunca olvido su generosidad conmigo. Además, por ella leí a César Vallejo.
Betsy Pecanins – “Me caí de mis zapatos”.
La letra es de Magali Lara, la música de Betsy misma. La canción me trae de la mano a dos queridas amigas.
Café Tacuba – “El Metro”.
Me acuerdo su primer tocada, con nosotros, en el centro de Coyoacán, supimos que era un honor.
“Azul con leche” – del cuarteto de Gerardo Bátiz con Armando Montiel y los trombones de José Luis Vega.
“Vamos Turú a Belén” – Mercedes Gómez, al arpa, y Sor Juana a la letra
De Gerardo Támez con texto de Sor Juana -del álbum Folía y Son del Ensamble Tierra Mestiza (adquisición musical más reciente, pero es la amiga que conozco de más antiguo: nuestras mamás eran muy amigas, pasábamos vacaciones juntas, en los sesentas… y no digamos de Juana Inés, que es nuestra verdadera Patria).
Por último, escojo dos “clásicas”, causi himnóticas mexicanas: de Tambuco, “Paquilitzli” de Rodolfo Halffter y de Arturo Márquez “Danzón No.2”, dirigido por Gustavo Dudamel, compañeras imprescindibles para vivir en el extranjero.
Carmen Boullosa nació en la Ciudad de México en 1954, es novelista, poeta, dramaturga y en ocasiones ensayista, tiene estudios en Lengua y Literatura Hispánica en la Universidad Iberoamericana y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ambos inconclusos, consciente de que su lugar no estaba en esas aulas, pues se sabía escritora desde la adolescencia. En 1976 obtuvo la beca Salvador Novo de Bellas Artes, y en 1992 la de la Fundación Guggenheim. Fue profesora visitante de las universidades Columbia y Georgetown, en Estados Unidos, entre otras, así como acreedora de varias becas y del Premio Xavier Villaurrutia por su novela “Antes”, y el Liberatur de la ciudad de Frankfurt del Meno por la versión al alemán de su libro “La Milagrosa”. Actualmente reside en Brooklyn, Nueva York.